INFORME SOBRE LA PROPUESTA DE LA IMPLANTACIÓN DE UNA NORIA EN LA ZONA DE ENTRADA AL PUERTO DE MÁLAGA

En Junta General Extraordinaria de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo de Málaga, el 28 de mayo de 2015, en la Sala de Juntas de la Real Hermandad del Sepulcro, y figurando con el punto no4 del Orden del Día adoptar un acuerdo en relación con la posibilidad de instalar una noria gigante a la entrada
del puerto, y tras las intervenciones de los Académicos Ángel Asenjo, Javier Boned, Pedro Rodríguez Oliva, Elías de Mateo y Antonio Garrido, y del Presidente, D. José Manuel Cabra de Luna, se plantea la posibilidad de elevar un escrito / informe al Excmo. Ayuntamiento de Málaga acerca del tema, lo que se aprueba por unanimidad.

En relación a la noticia aparecida en prensa sobre la propuesta de la Autoridad Portuaria del Puerto de Málaga de implantación de una noria de 70 metros de diámetro en la Zona de Acceso al Puerto de Málaga y la aceptación del Ayuntamiento de Málaga de esta propuesta, esta Real Academia de Bellas Artes quiere manifestar su disconformidad con tal decisión.
Esta actuación, desde el punto de vista urbanístico, afecta a un espacio estratégico y privilegiado del centro histórico de esta ciudad, que debería ser preservado para resolver la conexión de la Calle Larios con la Plaza de la Marina y con el Puerto de Málaga, es decir, la conexión de la arteria principal del Casco Histórico de Málaga con el Mar. Para ello, en los últimos tiempos se han aportado diversas soluciones que han sido muy discutidas en distin- tos ámbitos ciudadanos, sin llegarse a consensuar nunca la solución definitiva, que continúa siendo una prioridad para esta ciudad, por ser este lugar punto neurálgico de todos los análisis urbanísticos realizados en cuanto a dicha integración puerto-ciudad. Por esta razón consideramos que emplazar una atracción recreativa en este lugar es absolutamente inadecuado. Además, tampoco desde el punto de vista arquitectónico consideramos esta actuación adecuada, pues se pretende colonizar este espacio fundamental con una instalación recreativa de carácter tecnológico-mecánico, de una escala que competirá innecesariamente con la arquitectura de la Catedral de Málaga, del Hotel Málaga-Palacio y de los edificios de la Plaza de la Marina, imponiéndose además a los importantes espacios públicos del Parque de Málaga y Palmeral de las Sorpresas. Constituye pues esta noria un error conceptual, que sin lugar a dudas va a degradar estos espacios, sin aportar cualificación alguna tanto a la percepción de la ciudad desde el interior como desde el exterior de la misma, lo que en modo alguno resulta aceptable.
Por ello, esta Academia solicita de los responsables del Ayuntamiento de Málaga, que reconsidere la idea planteada por la Autoridad Portuaria de implantar la indicada noria en un lugar declarado Bien de Interés Cultural como el Centro Histórico de esta ciudad, pues los perjuicios que puede com- portar su implantación, tanto en los órdenes urbanísticos y arquitectónicos como en los funcionales, son absolutamente desproporcionados respecto de los beneficios que esta atracción recreativa de carácter turístico pudiera com- portar a una ciudad, que está luchando por la incorporación de la cultura y la innovación como determinante de su desarrollo presente y futuro, en el que esta instalación no tiene significación alguna.
En cualquier caso, sin oponernos de forma total a que en esta ciudad, como ha sucedido en otras, se pueda disfrutar de la implantación de una atracción turística de similares características, destinadas al ocio y al divertimento de los ciudadanos, proponemos que esta instalación se lleve a cabo fuera del ámbito del espacio constitutivo del Centro Histórico, declarado Bien de Interés Cultural, alejado de forma suficiente del mismo, como puede ser el Muelle de la Zona de San Andrés, en un lugar próximo al emplazamiento del futuro Auditorio, (del que se sigue desconociendo la fecha de su posible construcción), o en el Recinto Ferial frente al Palacio de Ferias y Congresos de Málaga, lugares y entornos que resultarían mucho más adecua- dos para la implantación de una instalación de esta naturaleza, sin llegar a afectar la imagen histórica y cultural de la ciudad.

Málaga, 15 de Junio de 2015

Teresa de Jesús en el siglo XXI

  • Por José Infante
  • Publicado en la sección 03 Colaboraciones de Académicos ©
  • Anuario 2015. Segunda Época descargar pdf (317Kb))

N

o es la primera vez que una santa del siglo XVI, visionaria, mística, andariega, testaruda, orgullosa y determinada como Teresa de Jesús, Teresa de Ahumada o Teresa de Ávila, según el grado de creencia religiosa que posea el que la nombre, ha protagonizado todo un año de celebraciones. Ya ocurrió en 1962 cuando se celebró el cuarto centenario de la fundación de San José de Ávila y por tanto del inicio de su obra reformadora y fundadora, y en 1982 con motivo de la celebración del cuarto centenario de su muerte y en el que se hicieron amplias revisiones de sus Obras Completas, se puso al día su biografía, se conmemoró con la emisión de sellos y monedas y en el que tuvo una decisiva intervención el entonces Pontífice Juan Pablo II, gran conocedor de su obra y de la de San Juan de la Cruz. En la presente ocasión por cumplirse los quinientos años de su nacimiento en Ávila, el 28 de marzo de 1515, hija de don Alonso Sánchez de Cepeda y de doña Beatriz Dávila y Ahumada, de nuevo aquella mujer extraordinaria que fue Teresa Sánchez de Cepeda ha vuelto a protagonizar libros, revisiones biográficas y hasta sido protagonista de algún que otro libro de ficción. Para tanto da su extraordinaria personalidad y el papel decisivo que tiene en nuestra literatura y en la historia de la mística universal. No por ello algunos de los fantasmas y algunos de los prejuicios que han perseguido a la monja abulense toda su vida y desde su muerte no han dejado de estar presentes, como la utilización política de su figura, el tono hagiográfico de muchos de sus celebrantes y cómo no, sus propios orígenes.
Continuar leyendo «Teresa de Jesús en el siglo XXI»

APROXIMACIÓN A LA ARQUITECTURA DE FRANK GEHRY

  • Por D. Ángel Asenjo Díaz
  • Publicado en la sección 03 Colaboraciones de Académicos ©
  • Anuario 2015. Segunda Época descargar pdf (1 Mg))

L

l anterior otoño le fue entregado a Frank Gehry, a sus 85 años, el Premio Príncipe de Asturias de las Artes de 2014. Esto significa que después de recibir el premio Pritzker hace 25 años, la Fundación Príncipe de Asturias volvió a reconocer la aportación realizada por este insigne arquitecto a la creación arquitectónica, su gran innovación en el ámbito de las formas y de los materiales. Así España ha saldado la deuda que tenía con este arquitecto por su genial Museo Guggenheim de Bilbao, así como por su destacada Bodega-Hotel Marqués de Riscal en la Rioja. Este prestigioso premio ha sido concedido anteriormente a otros destacados arquitectos, como lo son Oscar Niemeyer, Francisco Sáenz de Oíza, Santiago Calatrava o Rafael Moneo.

Introducción

Para analizar la obra arquitectónica realizada por Frank Gehry hasta la fecha, partimos de la consideración de que la Arquitectura es un arte indirecto, pues el arquitecto no ejecuta la obra, sólo suministra las ideas de forma ordenada o metodológica, dando instrucciones gráficas, escritas o verbales, para que otros las construyan. Es por esto, por lo que la arquitectura está más condicionada por los propios procesos de producción, que por las ideas aportadas de quienes las proyectan. Entre las ideas nacidas del arquitecto y su ejecución se interponen normalmente una serie de mecanismos de carácter económico, administrativo, legal, financiero e industrial, que indudablemente pueden llegar a condicionar, modificar y distorsionar, tanto el proceso creativo como la materialización de la arquitectura como obra de arte.
Continuar leyendo «APROXIMACIÓN A LA ARQUITECTURA DE FRANK GEHRY»

La industria creativa del mediterráneo: Pablo Picasso y el diseño de la cerámica

Los días 4 y 5 de diciembre tuvo lugar en Roma el tercer Congreso Internacional “Industrias culturales y creativas, desarrollo económico y regeneración urbana”. En este foro, el Académico de Bellas Artes de San Telmo D. Sebastián García Garrido presentó una comunicación acompañado de dos profesores de la Universidad de Nápoles, con el siguiente contenido:

Comunicación:

La industria creativa del Mediterráneo: Pablo Picasso y el diseño de la cerámica

 

Autores:

Mario Buono. Seconda Università degli Studi di Napoli, Italia

Sebastián García-Garrido. Universidad de Málaga, España

Sonia Capece. Seconda Università degli Studi di Napoli, Italia

 

El factor esencial de la identidad es la cultura que, al mismo tiempo, es la materia prima para el diseño, tanto físico como intangible. Pocas culturas existen más atractivas en el mundo que aquella que hoy en día perdura de aquel Mediterráneo Clásico, origen de la denominada cultura occidental. La identidad mediterránea ha favorecido durante siglos, a través de las diferentes culturas, el intercambio y el diálogo entre los habitantes de sus orillas para incrementar los flujos y corrientes de conocimiento y tradiciones. Un vínculo y una unidad posibles si somos capaces de tener en cuenta las particularidades – diferente historia, tradiciones, culturas, lenguas – que también nos enfrentaron a través de los siglos y, al mismo tiempo, la inmensa riqueza de las relaciones que, a pesar de las muchas dificultades, continuó creciendo generando un intercambio permanente entre los diferentes pueblos del Mediterráneo. ¿Dónde reside aún esa Cultura Clásica auténtica? El potencial creativo y cultural de tan extraordinario legado fue la inspiración, esa identidad necesaria para crear, de la inmensa y exuberante obra de Pablo Picasso. Su genialidad y refinada sensibilidad fue capaz de conmover al mundo como el artista más universal del siglo XX. Picasso fue capaz de materializar aquella identidad del Mediterráneo Clásico y, al mismo tiempo, integrar en su visión universal culturas tan distantes como el arte africano o las estampas japonesas. Esta actitud abierta y su predisposición a conocer otras culturas, otras gentes y a integrarse con cualquier referente ajeno es una cualidad esencial de la cultura clásica que le proporcionó el esplendor que aún irradia. El arte, afirmaba Konrad Fiedler, es “un proceso desde la confusión a la claridad” y, por tanto, un proceso de conocimiento y de organización de la experiencia caótica del mundo para obtener una imagen que tiene valor absoluto. El arte es una actividad humana concreta y real. No sólo por los medios que requiere, sino especialmente porque ofrece los instrumentos para dar cuerpo y forma al mundo interior, a la visión y a la imaginación. El arte es un lenguaje único […] que quiere y puede captar la realidad en su esencia metafísica […] es el idioma de la persona y la sociedad.

Es un distinguir y seleccionar, pero al mismo tiempo una labor de procesado y construcción, su valor está ligado al conocimiento. Esto es lo que determina su valor más allá del paso del tiempo. No hay conocimiento sin experiencia. Esta última es la base del arte y la tecnología. Conocer el lenguaje del arte significa conocer en una dimensión más profunda y precisa la época que lo produce, pero también significa, para el artista, entrar en contacto con la parte más profunda de sí mismo y expresarla.

En este equilibrio dinámico entre mundos diferentes como son el arte y la técnica, realidad y utopía, se ubica el artesanado que, a través de la experiencia dictada por el saber y el conocimiento consolidado, es capaz de transferir materia para crear objetos cuyo uso se enriquece del contexto artístico singular, se vincula a la investigación de materiales, al estudio formal, al cuidado de las fases individuales y a la evolución del pensamiento, confiriendo al producto valor añadido.

El artesanado ofrece una ocasión para refundar el valor del arte, para exorcizar nuevas formas de división del trabajo en la medida en que pone en tela de juicio la autonomía de la misma obra del trabajo intelectual y expresa, sin duda, la propia identidad cultural, los valores éticos, sociales, estéticos, económicos y religiosos de la sociedad. En un tiempo en que no es posible imaginar una sociedad planetaria, si no es en términos de un homologado progreso tecnológico que implica las mismas artes y modifica el gusto por las artesanías, el artesanado representa uno de los poquísimos factores estables de una sociedad en evolución, un tejido que conecta con una experiencia cultural y social.

Esta contribución, actuando sobre la matriz común de la cultura mediterránea, investiga, en el interior de la producción de la cerámica artística del siglo XX, la influencia y la exuberancia multidisciplinar de Pablo Picasso. El objetivo es revalorizar los sistemas de producción de las artesanías locales de la cuenca del Mediterráneo a partir del uso de las nuevas tecnologías en relación a los procesos productivos artesanales y cómo podrán influir sobre la evolución formal y funcional del diseño cerámico para identificar nuevos campos de aplicación de la cerámica contemporánea. Se deberá comenzar por la transformación de los “talleres artesanales” en “talleres industriales” a través de la investigación centrada sobre la innovación avanzada para responder a la diversificación de los mercados. Desde el marco de la contribución de Pablo Picasso, respecto a los movimientos artísticos del siglo XX, siguiendo la contribución estilística y la relación innovadora, y de la interpretación del gusto y de la producción cerámica, se podrá configurar un nuevo modelo de desarrollo atendiendo a las necesidades contemporáneas para la competitividad de las producciones artesanales avanzadas fundadas sobre la pequeña y mediana empresa. La interpretación de la potencial contribución de Picasso en la actividad de la cerámica, que de artesanal deberá pasar a industrial, representará el ejemplo de respuesta para verter la cultura del Mediterráneo en el sector manufacturero y afrontar así el tema de la producción industrial, y la necesidad de transferir el nivel productivo artesanal a nivel industrial, para satisfacer a las exigencias de los activos del conocimiento.

EL AZUL EGIPCIO EN LA PINTURA DE CÁSTULO (JAéN)

  • Por Dª Estrella Arcos Von Haartman
  • Publicado en la sección 03 Colaboraciones de Académicos ©
  • Anuario 2015. Segunda Época (descargar pdf (634 K))

L

a obra de arte es materia además de mensaje. Tiene una individualidad propia, síntesis del pensamiento, la sensibilidad y la habilidad manual de su creador. A lo largo de los siglos los historiadores y estudiosos del arte han analizado especialmente los conceptos y las leyes que rigen su creación pero, en su profunda realidad polisémica, se trata de un valor intangible asociado a un soporte material. Es decir, tiene una naturaleza físico-química compleja indisociable a cualquier otro valor que se le puede atribuir (histórico, artístico, documental, etc.). El hecho novedoso, actual, es el interés por descubrir las etapas sucesivas de elaboración, disociar sus elementos constitutivos y analizarlos. Es cierto que estas investigaciones no son indispensables para la percepción de la belleza de la obra, pero favorecen una más profunda comprensión acerca de los procedimientos que conducen a la creación artística así como acceder a los medios más coherentes encaminados a su protección. Es en este punto donde entran en contacto el Arte, la Historia y la Ciencias Experimentales (Física, Química, Biología, Geología, etc.) que, junto a la aplicación de la técnicas de laboratorio, enriquece la mirada del especialista, ofrece un estudio más amplio y pormenorizado y culmina en un conocimiento más penetrante que «desmenuce la obra y traspase la superficie, pasando al interior donde muchas veces se encuentran los datos más preciosos» (G. Nieto).

Continuar leyendo «EL AZUL EGIPCIO EN LA PINTURA DE CÁSTULO (JAéN)»

ARTE DESDE MÁLAGA: EUGENIO CHICANO

  • Por Francisco Javier Carrillo Montesinos
  • Publicado en la sección 03 Colaboraciones de Académicos ©
  • Anuario 2015. Segunda Época (descargar pdf)

 

Donde más me conozco empiezan mis palabras
Manuel Alcántara

 

P

odría resultar incomprensible el arte que va renaciendo en la Málaga de la posguerra avanzada, tributario de los antecedentes «académicos» del XIX y de las escuelas, formales e informales, de artes, oficios y bellas artes sometidas al entorno imperante (de imperio sin imperio) de plena autarquía. Ya había sido diseñada la olla exprés que fue capaz de transformar en su interior una diversidad (verduras, muslos de pollos con las crestas de la precariedad, patatas y cebollas…) en mutación de colores, sabores y sensaciones a medida que la des-estructuración iba perfilando nuevas construcciones, transformando la materia y haciendo posible las mezclas de la recreación cromática. La olla exprés se creía objeto entre las novedades de la ciencia y de la técnica en las vitrinas y escaparates transparentes de electrodomésticos y otros abalorios. Un público sorprendido y sorprendente. El cocinero de las viviendas llamadas protegidas descubrió la aceleración del tiempo con la olla exprés. Cuando llegó el momento de dar una salida a la presión, la abrió y se encontró cara a cara con una sustancial transformación de los materiales. La forma de la olla exprés se había transmutado, ella misma, por la capilaridad que había actuado en su contenido. Se dio el misterio de la interacción dialéctica. Podría decirse que la física precedió a la geometría: y los cálculos numéricos llegaron después. Las máquinas de vapor ya habían abierto nuevas rutas de comunicación terrestre y el motor de explosión acabó conduciendo el arte a su multiplicación seriada.

Continuar leyendo «ARTE DESDE MÁLAGA: EUGENIO CHICANO»

HOMENAJE A LA MEMORIA DE D. JUAN TEMBOURY ÁLVAREZ Por Rosario Camacho Martínez

Excmo. Sr. Presidente, Ilustrísimos Académicos, familia de D. Juan Temboury, amigos todos.

Quiero agradecer a mi Academia que se me haya designado para dedicar a la memoria de D. Juan Temboury el espacio de los Informes Científicos de nuestras sesiones, al cumplirse los cincuenta años de su fallecimiento el próximo día ventiseis de septiembre.

Juan Temboury Álvarez fue un hombre ilustre, un intelectual e investigador indiscutible, una figura clave en la historia del arte de Málaga y en la recuperación, tutela y difusión de su patrimonio cultural, en una época en que esto era una acción difícil, un hombre inteligente con una gran vocación por la historia del arte, con enorme vitalidad, sensibilidad e intuición que, con mucha capacidad de trabajo pero con un tremendo esfuerzo y afán por estudio, compaginándolo con su dedicación al negocio familiar, superó la barrera de erudito local para llegar a ser un destacado historiador del arte y, lo más importante, fue un magnífico gestor cultural, cuando todavía no utilizábamos esos términos, porque supo montar un proyecto cultural en nuestra ciudad.

No es la primera vez que hablo sobre D. Juan Temboury, aunque hacerlo en esta sede en la que él tanto destacó me impone respeto, pero lo hago con mucho gusto y cumpliendo una obligación porque los que nos iniciamos en la investigación siguiendo sus pasos, y aún continuamos, no dejamos nunca de tenerlo presente. Y es importante divulgar su figura y su obra para que no se extinga su memoria y lo conozcan los más jóvenes, o las personas que se han incorporado hace relativamente poco tiempo a nuestra ciudad. Porque a su espíritu activo, a su lucha incansable, se debe en buena parte la reivindicación y revalorización patrimonial de esta ciudad. Temboury estudió y valoró sus bienes culturales y trabajó para darlos a conocer y procurar su tutela. Es cierto que no siempre fue un camino de rosas, pero pudo encontrar muchos apoyos, porque supo buscarlos, y trabajó siempre tratando de reconocer y salvaguardar en Málaga unos valores con los cuales se identifica nuestra memoria y nuestras señas de identidad, porque Temboury contribuyó a la conservación de esas señas.

Dicen que la mejor forma de conocer a un escritor es adentrarse en su método de trabajo. Yo tuve la suerte de entrar pronto en contacto con Temboury, aunque ya hubiera fallecido, pero lo hice a través de su archivo, excelente resultado de su trabajo y dedicación a la investigación. Fue mi maestro D. José Manuel Pita, quien me llevó a la casa de Temboury en 1967 y durante casi dos años iba todos los martes, después llevándome trabajo a casa, para ordenar sus jugosas papeletas, repletas de datos de nuestra historia y nuestro arte, colaborando también con su viuda Dª Victoria Villarejo; en aquellos años tuvimos una intensa relación y para mí el mejor conocimiento de Temboury, aunque anteriormente ya tenía amistad con algunas de sus hijas, compañeras mías en el colegio.

Continuar leyendo «HOMENAJE A LA MEMORIA DE D. JUAN TEMBOURY ÁLVAREZ Por Rosario Camacho Martínez»

El nuevo anuario de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo

El Anuario de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo de Málaga inicia una nueva etapa, tras catorce años de una intensa y magnífica labor realizada desde su anterior dirección, llevada a cabo por D. José Manuel Cuenca Mendoza (Pepe Bornoy), al que no cabe sino felicitar y agradecer profundamente su trabajo.
El Anuario tiene que seguir su curso y cumplir su función como lugar de encuentro académico, con el difícil reto de mantener como mínimo la cali- dad de la herencia recibida y seguir propiciando, más allá de su carácter compilativo, una actitud científica de evolución e innovación que desarrolle y exponga con profundidad los aspectos más relevantes de la cultura y el arte. Se trata de seguir investigando, con más intensidad aún si cabe, en un tipo de discurso asociado a una figura fundamental: el Académico haciendo su trabajo, poniendo en marcha sus propios textos. El sentimiento académico urdido de deseo, de imaginario, a través de la escritura por la que siempre fluye la vida y en la que siempre se aprecian las señales de esa memoria singular, que se universaliza en la intención de lo que quisiéramos decir.
A lo largo de la vida académica los textos surgen en la cabeza de los sujetos dependiendo de un azar, y en esta trayectoria el Académico extrae del tesoro de la escritura las exhortaciones o los placeres de sus conocimientos. Porque como nos recuerda Emilio Lledó, «…con la temporalidad de la escritura se esboza otro dominio de preocupaciones en donde la palabra escrita, la tradición de las letras, se nos aparece como una jugosa solidificación de la memoria, como un territorio al que, aunque pasado, siempre podemos, gracias al sutil hilo de la escritura, regresar». Y es que la propia existencia individual estalla hacia otras fronteras, y se inmortaliza en ese río de solidaridad y diálogo.
La corriente de la escritura no es como el embalse de la lengua, un gran
seno materno del que nutrirse, sino sobre todo, voz individual, palabra personal. Escritura como función, como acto de solidaridad histórica, o como dice Roland Barthes, «…relación entre creación y sociedad, lenguaje literario transformado por su destino social, forma captada en su intención humana y unida así a la Historia». Existe una escritura «académica», que como todas las escrituras intelectuales, da un lugar privilegiado al lenguaje como signo autosuficiente de compromiso, de elección y de mantenimiento de esa elección, asumiendo como adquiridas todas sus razones. La escritura a la que se adhiere este Anuario es metáfora de la propia Academia; descubre su pasado y su presente, le proporciona una narración, muestra su situación comprometida sin tener que hacerla explícita.
Uno de los principales cometidos de la institución académica estriba entonces en poner en marcha sus propios «Textos». Textos que remiten a una idea lúdica de producción, que se producen según un movimiento serial de encabalgamientos, de variaciones y que resultan radicalmente simbólicos, porque toda obra cuya naturaleza sea íntegramente simbólica se concibe, percibe y recibe, como un Texto. El Texto es plural, es un tejido. Lo que perciben sus lectores es múltiple, procedente de sustancias y de planos heterogéneos, despegados, que provienen de códigos conocidos, pero cuya combinatoria es única, fundada en matices diferentes que sólo podrán repetirse como individualidad.
Por todas estas razones será el objeto principal del Anuario de esta Real Academia de Bellas Artes de San Telmo de Málaga mostrar al Académico de la misma haciendo su trabajo, con voz propia, científica y llena de creatividad.

JAVIER BONED PURkISS
Director del Anuario 2015

El Anuario de la Academia, segunda época

Cuando una publicación inicia su segunda época es una buena señal y lo es porque implica permanencia en el tiempo y persistencia en sus principios —es decir, en su espíritu— y, a la vez, supone capacidad de transformación para adaptarse a días nuevos, a los retos que el siempre desafiante futuro de- para. Así ocurre, amable lector, con este número del Anuario de la Academia que tienes en tus manos.
Una importante primera etapa se cumplió bajo la dirección del académi- co Pepe Bornoy (que, además, era autor de su diseño, donde dejó su singular impronta artística). Pero ha llegado otro momento y lo importante es que el Anuario continúa, que sigue siendo el lugar en el que se reflejan las activida- des de la Academia y, sobre todo, el quehacer de los académicos.
Esta nueva edad del Anuario le hace aparecer con muy distinta imagen, una metamorfosis que le lleva a tener una presencia más sosegada y austera, mas contenida en lo formal, pero no menos rigurosa y científica en los tra- bajos que contiene. Nuestro Anuario aspira a continuar siendo una publica- ción de referencia en el ámbito que le es propio. Y estamos seguros de que lo ha de conseguir, lo consigue ya, bajo la dirección del profesor y arquitecto don Javier Boned Purkiss. Su profunda formación intelectual, su sereno ca- rácter y su amor al conocimiento ya impregnan las páginas de este número. No sería justo olvidar la ayuda que, en sus afanes editoriales, le presta el res- petado y reconocido arquitecto y Vicepresidente segundo de nuestra Institu- ción, don Ángel Asenjo Díaz. Debo, también, referirme a la labor de nueva concepción formal desarrollada por el diseñador don Antonio Herráiz que ha sabido imprimir a la publicación el sello de su siempre limpia elegancia. Estamos orgullosos del fruto de su esfuerzo común; aunque, como siempre, lector, eres tu quien debes de juzgarlo.

JOSÉ MANUEL CABRA DE LUNA
Presidente de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo

Toma de posesión del Presidente de la Académia
de D. José Manuel Cabra de Luna

  • Discurso de ingreso como Académico de Número
  • «PROGRAMA PARA LA ACADEMIA FUTURA» (619K)
  • Salón de actos de la Sociedad Económica de Amigos del País
  • 25 de junio de 2015

Sr. Presidente de Honor de esta Real Academia, dignísimas Autoridades, Señoras y Señores Académicos, Señoras y Señores:

PROEMIO

No está establecido en nuestros estatutos y ni siquiera es tradición en la institución, que el acto de Toma de Posesión de una nueva Junta de Gobierno tenga un carácter abierto, como éste, y en cualquier caso no exento de una contenida solemnidad. Y hemos querido hacerlo así porque entendemos que el momento de Málaga, la ciudad y la provincia entera y el de la propia Academia lo requieren; queriendo significar con este acto que comienza un nuevo estadio en el devenir de esta más que centenaria institución. Espero poder transmitírselo así a lo largo de estas palabras.
Pero el comienzo de esta intervención debe estar marcado por el agradecimiento. El profundo agradecimiento que toda la Academia debe a la Junta de Gobierno saliente y como símbolo de ella al que hasta nuestra elección ha sido Presidente y hoy es Presidente de Honor. Don Manuel del Campo y del Campo ha dedicado su vida a la música y a la enseñanza de ésta. La música es, sin duda, la más universal de las artes y, al tiempo, es la que más se acerca al lenguaje mudo de los dioses pues consigue hacer del silencio un elemento activo de la composición. Sin silencio no habría música y la nota, en sí misma, quedaría en ser mero ruido. Bendito aquel que consigue ser dueño del silencio, no ya del suyo sino del inmenso silencio de todos. Pero también ha dedicado su vida a la enseñanza, a transmitir el conocimiento, lo que – al decir de George Steiner – es la más alta dedicación a la que el ser humano puede aspirar.
Don Manuel del Campo ha ejercido su presidencia en dificilísimas circunstancias familiares, pero incluso en la adversidad más dura ha continuado al timón de la Academia; hoy otras obligaciones urgentes le requieren y por todo ello, por unanimidad de todos los académicos, es ya Presidente de Honor de nuestra institución. Muchas gracias a ti, Manolo, a tus familiares y al equipo que te ha acompañado en tu singladura presidencial.
Quisiera también hacer una mención muy especial y cariñosa para un Académico egregio que, sobreponiéndose a su delicada salud, ha querido hoy acompañarnos; me refiero, claro está, a Manuel Alcántara. Amigo y maestro, que ha elevado sus artículos a la categoría de canon de ese difícil género periodístico y que ha conseguido, en su poesía, lo que tantos ambicionan y solo los elegidos consiguen: ser capaz de la mayor hondura a través del lenguaje más sencillo. Permítanme un sentido homenaje leyéndoles el que, para mí, es uno de sus poemas mayores:

Cuando termine la muerte,
si dicen a levantarse,
a mí que no me despierten.

Que por mucho que lo piense,
yo no sé lo que me espera
cuando termine la muerte.

No se incorpore la sangre
ni se mueva la ceniza
cuando termine la muerte.

Que yo me conformo siempre,
y una vez acostumbrado
a mí que no me despierten.

Pero sería incompleto este proemio si no hago referencia, por breve que sea, a quienes con generosidad e ilusión han decidido acompañarme en esta etapa:

*La profesora Rosario Camacho, docente ejemplar e investigadora paciente y brillantísima. Ahí es nada dejar tras de sí decenas de publicaciones, algunas de ellas imprescindibles para Málaga y una extensa saga de discípulos que la respetan y la quieren. No habiendo nacido en Málaga, ha hecho más por nuestra ciudad y provincia que la gran mayoría de los malagueños; somos deudores de ella. Rosario Camacho será nuestra Vicepresidenta primera.

*Ángel Asenjo: La escena es imaginaria, pero puede acercarse mucho a la realidad. Al nacer Ángel, la madre preguntó “¿Doctor, ha sido niño o niña? y el médico respondió: “Señora, ha tenido usted un arquitecto”. Conozco pocos profesionales del ramo con más amor a su tarea y con más capacidad para formar equipo y motivarlo, lo que le permite abordar proyectos de una extensión y complejidad como solo a los grandes autores les es dado. Su capacidad técnica y organizativa y su incesante búsqueda de la belleza en el arte de Vitrubio le avalan. Siendo autor de la que se ha constituido como la obra de arquitectura más significativa, tal vez la más importante, de la Málaga del siglo XX: el Palacio de Ferias y Exposiciones. Ángel es nuestro Vicepresidente segundo.

*Francisco Carrillo, es persona con una brillantísima carrera profesional, y desde su puesto de funcionario internacional de la UNESCO ha tenido una dedicación absoluta a la cultura como instrumento de redención de las personas y los pueblos. Una actividad diplomática de gran calado completa su curriculum. Es nuestro vicepresidente tercero y, una vez concluido su periplo profesional, se vino a su Málaga natal para descansar. Pero ni él mismo, articulista y escritor de honda formación y finísimo instinto político, se deja, ni los demás (que, a cada momento, le solicitamos consejo y comentario), le dejamos habitar las serenas regiones del descanso. Y es que, si jubilar viene de júbilo, él lo encuentra mejor en el trabajo que en la inactividad.

*Marion Reder Gadow, también profesora e investigadora, pero en su caso, de Historia Contemporánea. Quizá sus orígenes alemanes (como sus apellidos denotan) le aportan una capacidad de sacrificio y una tenacidad fuera de lo común. Ese es el mejor bagaje para ser una investigadora de excepción: entrega total al trabajo y la generosidad de no esperar más recompensa que el conocimiento. Spinoza llamó a esta actitud “amor intelectual” y ella lo tiene a raudales. Quizá por eso se ha atrevido a asumir la dura carga de la Secretaría.

*Elías de Mateo, en quien se da la doble condición de profesor y director de Museos, el del Patrimonio Municipal y el de Revello de Toro. Jano laboral, ejerce una actividad bifronte, la de enseñante y, al tiempo, la de hombre de acción en la difícil gestión cultural. Su hacer investigador está, en este momento, un tanto atemperada, pero siempre a la atenta escucha de que salte un tema que le apasione. Es un conocedor profundo del patrimonio malagueño y singularmente de nuestra imaginería religiosa Se ocupará de administrar, desde la tesorería, las exhaustas arcas de la Academia, que, en este mandato, tenemos la obligación de engrosar para poder hacer más y mejores cosas en pro de las Bellas Artes.

*María Pepa Lara, o de cómo a través de sus archivos puede amarse a una ciudad y su provincia. Sabemos que la memoria de una comunidad se hace colectivamente; pero también sabemos que son personas concretas las que guían el trabajo, las que lo ordenan y orientan; en definitiva, las que lo hacen posible. Ese es el caso de María Pepa Lara. Hoy conocemos mejor quienes fuimos, es decir, conocemos mejor quienes somos, gracias al trabajo callado, continuo y perseverante de ella y de personas como ella. Sus escritos sobre los cines y teatros malagueños son un ejemplo de cómo enseñarnos a querer un momento de la ciudad que ya es memoria. Sus publicaciones son continuas y nos ayudan a confirmar que nuestro presente está irremisiblemente constituido por nuestro pasado, aunque muchas veces lo ignoremos. Ella será nuestra bibliotecaria.

*Javier Boned Purkiss, es arquitecto de finísimo hacer y profunda vocación docente. Hay muchas maneras de abordar una disciplina y es muy posible que la que mayor entrega exija sea la de su estudio teórico y transmisión de los conocimientos que la articulan y sustentan. Es profesor de nuestra Escuela Superior de Arquitectura, que tanto tiene que decir, en este tiempo, sobre la arquitectura, hecha y por hacer, de nuestra ciudad y provincia. Javier Boned es un estudioso de su materia y será el director de nuestro Anuario.

A todos ellos agradezco la generosa actitud de entrega que supone ejercer un cargo en la Junta de Gobierno, la ilusión que han mostrado en todo momento y el sacrificio personal que asumen. Espero corresponderles y estar a la altura de la circunstancia.

PROGRAMA PARA LA ACADEMIA FUTURA

Comienzo aquí lo que es propiamente materia de mi discurso. Mis palabras precedentes han constituido un obligado proemio; un prólogo que, en cualquier caso, he considerado justo y necesario.
Y lo primero que he de decirles es que el título de mi intervención lo he tomado prestado de mi admirado Walter Benjamin. El autor judío alemán tituló uno de sus ensayos más incisivos como “Sobre el programa de la filosofía futura”. En él, desde su esplendoroso y, al tiempo, oscuro lenguaje aborda la quizá imposible y en cualquier caso titánica tarea, de conciliar una visión marxista de la historia con los fundamentos y categorías mentales de la teología judía.
He tomado prestado su título por lo que dice y por cómo lo dice, casi como si fuese un verso, de forma naïf -pues mis conocimientos intelectuales no están al nivel de sus propuestas-, pero sí con la clara intención de, sin olvidar el pasado que nos constituye, intentar ofrecer una mirada nueva. Soy consciente de que, en una institución con ciento sesenta y seis años de antigüedad, el ayer forma parte integrante de su hoy; es decir, lo pasado, al dejar de ser presente vivido se convierte en cimiento del edificio en el que nos toca vivir; no lo vemos, pero sin él el presente carece de sustentáculo.
Mas, paradójicamente, no podremos vivir solo del pasado, de su estudio y recreación, sino que tenemos que construir nuestro presente con decisión, con originalidad y con respeto, y con el firme convencimiento de que una parte de nuestro presente lo hacemos nosotros y otra nos viene dada, de la misma forma que nos viene dada la estructura genética y la educación de nuestros primeros años, de ninguna somos responsables. En esa dialéctica vivimos: entre el riesgo del futuro y la memoria cierta del pasado.

Fundación: 31 de octubre de 1849.

En esa fecha se dicta un real decreto por el que se crea la Academia de Bellas Artes de Málaga. Tan solo dos años después, la Academia organizó la Escuela Provincial de Bellas Artes, “que quedaba bajo su inspección y vigilancia, clasificada como de estudios menores y con título de segunda clase”. Por cierto que uno de los profesores que ostentaron el cargo de restaurador de la Escuela fue Don José Ruiz Blasco, padre de Picasso.
Pero no quedó ahí la cosa, pues además de los informes y dictámenes evacuados para organismos terceros y los estudios de los propios académicos, la Academia siguió pugnando porque se elevara la calificación de la Escuela a primera clase “y aumentar con ello las enseñanzas de la misma, sobre todo en las artísticas, creándose a sus instancias las secciones de dibujo de antiguo, clase de colorido y composición, anatomía artística, modelado y vaciado, paisaje y perspectiva, y una sección especial para impartir enseñanzas artísticas a señoritas. También se instalaron las sucursales en los barrios de El Perchel, Santo Domingo y Molinillo”.
Al mismo tiempo que desplegaba esta actividad educativa fomentando la enseñanzas de las Bellas Artes en sus múltiples manifestaciones, la Academia, ya en 1880, comienza las gestiones para crear un Museo Provincial. A tal fin, los artistas de la institución donan obras suyas y de sus colecciones particulares y, con la ayuda del Ayuntamiento, se forma un modesto Museo Municipal, cuya colección es el germen de la que hoy tiene el Museo de Málaga, del que deseamos vivamente su inauguración. La Academia, por su parte, sigue comprando obra para la colección a pintores como Murillo Bracho o Ferrándiz e insiste, una y otra vez, para la creación de aquel Museo con categoría de Provincial.
Pero no será hasta 1916 cuando se inaugure ese Museo, que contaba con la colección que ha ido formando la Academia, engrosada con una importante donación de Muñoz Degraín. En este punto permítanme una anécdota y es la de que este primer Museo Provincial funcionaba con una pequeña subvención y un conserje, un guardia municipal cedido por el municipio. Clara muestra de que no todo tiempo pasado fue mejor.
Mas, por un momento, recordemos cómo era esa Málaga en la que nuestra Academia lucha con afán educativo, didáctico y de fomento de las Bellas Artes.
La llamada década ominosa, que transcurre de 1823 a 1833 y que había supuesto el triunfo de las fuerzas más retrógradas, quedaba un tanto atrás. El fusilamiento de Torrijos, consecuencia de una aventura romántica y, de seguro, mal medida por su protagonista y seguidores, pero simbólica en lo que tiene de brutal cercenamiento de la libertad, había supuesto un punto de inflexión. El pensamiento de los liberales se fue abriendo paso y comenzó, con ello, la época de expansión económica e industrialización de Málaga y consecuentemente, un importante salto cualitativo.
Hay algunos datos que avalan cuanto digo. La ciudad tenía a la sazón unos ochenta mil habitantes. En 1844 la siderurgia malagueña alcanzó el primer puesto de la producción férrica del país, pues fabricábamos el 72,8 % del hierro nacional. Recordemos que en 1849 se crea nuestra Academia y que ya en esa fecha Málaga era la segunda provincia industrial de España. Nueve años después, en 1858, se crea la fábrica algodonera La Aurora, con más de 700 operarios, que servían más de 350 telares. Y unos años más tarde, en 1862, se funda el Círculo Mercantil; que tardaría poco tiempo en propiciar la creación de la Cámara de Comercio, Industria y Navegación.
Estas fechas y datos, que desearía hayan servido para esbozar un fresco general de cómo era aquella Málaga en la que la Academia nace, nos permiten hacer una afirmación que creo se ajusta a la verdad; es decir, a cual sea el ser auténtico, la real naturaleza de esta tierra: Málaga es grande cuando es moderna. Quizá su condición de ciudad palimpsesto, receptora de muy diferentes y antiguas culturas y de las que tan sólo conserva retazos, restos incompletos, ecos casi de lo que fueron, le ha permitido esa capacidad de modernidad que siempre ha tenido, esa predisposición al cambio, gracias a no recrearse en su pasado hasta convertirlo en dogal que le aprisione y le impida la continúa transformación, asumiendo con naturalidad una actitud de traducción perpetua; aquella a la que se refiriera el ya citado George Steiner en su obra “La torre de Babel”.

Hoy: 10 de abril de 2015

Mas ¿cuál es la Málaga de nuestros días? Una ciudad con casi seiscientos mil habitantes y con una provincia que tiene censadas a un millón seiscientas mil personas; pero que, en la realidad, supera los dos millones doscientos mil y, algo que es muy significativo y definidor y que nos conforma como sociedad plural: las personas censadas pertenecen a más de ciento cincuenta nacionalidades diferentes. A ello ha de unirse el que durante el año 2013, por decir uno muy cercano, nos visitaron 9,5 millones de turistas. Y aun así Málaga sigue siendo, en buena parte, un ejemplo saludable de “ciudad compacta”, una ciudad mediterránea que ha sabido mantener una vida a escala humana.
Porque aquella otra Málaga pujante del siglo diecinueve se perdió. Entrando en una profunda decadencia industrial y ciudadana y extraviando su autoestima, convirtiéndose en una sociedad disminuida y alicorta. Sin Universidad, sin industria, con un comercio prácticamente reducido al ámbito local, la ciudad y su entorno provincial acabaron siendo una tierra residual.
Pero eso es ya pasado; reciente, pero pasado. Hoy la realidad es muy otra (como revelan los datos antedichos) y, en buena parte las chimeneas de aquellas siderurgias y fábricas de tejidos, se han transformado en Museos y tenemos una Universidad que es “lo más importante que le sucedió a Málaga en el siglo XX, como dijera uno de nuestros anteriores presidentes y de quien me siento deudor en tantas cosas, Alfonso Canales. Una ciudad con una red educativa de la lengua española de las más importantes de la nación y todo ello servido por un puerto receptor de cruceros y un aeropuerto que nos coloca a escasas horas de cualquier ciudad europea. Málaga se ha transformado, así, en centro de una extensa conurbación turística y, ella misma, en destino turístico final.
Nuestra oferta cultural funciona como infraestructura productiva, como variable económica. Sin que podamos olvidar la firme vocación que desarrolla por una reindustrialización desde las tecnologías y la innovación continua.
Pero debemos de cuidarnos mucho de incurrir en el error de propiciar una cultura de escaparate, lo que en nuestro caso sería “fomentar una cultura para el turismo”; sino que debemos de hacer las cosas de tal manera bien que el turismo venga por la calidad y autenticidad que seamos capaces de imprimirle a lo que hacemos. Ni nuestros conciudadanos, ni nuestros visitantes aceptarían lo falso, por espectacular que sea. Pudiera parecer que, en una primera lectura, cualquier envoltura atractiva es aplaudida, pero la realidad de cartón piedra acaba siempre siendo descubierta y despreciada. Es exigible una propuesta auténtica y mostrada con rigor, con claridad pero con rigor. De no hacerlo así, nos convertiremos en nuestra propia caricatura; en un parque temático de una Málaga inexistente, de una Málaga no real y los idealismos, en filosofía y en política, se pagan.
Y hasta aquí el diagnóstico pero ¿qué debe hacer una Academia de Bellas Artes en una realidad como la que he expuesto? Además de continuar con sus estudios, sus informes y dictámenes, no le cumple ya fundar Escuelas, ni tampoco crear Museos; ambas son tareas que, hoy por hoy, han sido asumidas por las distintas Administraciones. ¿Qué le toca hacer, aquí y ahora, a esta institución con más de siglo y medio de antigüedad? Dar sentido; ser capaz de articular el relato de lo que ofrecemos, desde el estudio y desde el pensamiento sosegado, relacionar las ofertas puntuales que se hacen con una mirada que a todas abarque, e incidir en el hecho de que la Historia del Arte, el Arte mismo, es una plural, larga, lenta, y a veces contradictoria marcha, de la creatividad humana.
Mas ¿cómo llevar a la práctica esa difícil tarea? Me atreveré a proponer alguna propuesta concreta:

Plan Estratégico y Director de la Cultura: Partimos del convencimiento de que a la Ciudad y su entorno provincial le han sido de gran utilidad los Planes Estratégicos y las sucesivas revisiones que, a lo largo de décadas, han ido elaborando. Esos planes dibujan un “horizonte de sentido” al quehacer ciudadano. No tienen una función de concreción, sino que marcan direcciones, definen los confines de hacia dónde deben ir y aspiran a ir las ciudades, o sea, las personas que las habitan. Configuran el fundamento de la acción política y social, que luego habrá de ser desarrollado.
Quizá no haya en Europa una ciudad de tipo medio que ofrezca, culturalmente hablando, lo que hoy ofrece Málaga. Ha de obligarse a construir con ello un discurso propio que, lógicamente, ha de estar abierto al cambio continuo, un discurso en movimiento. Y para eso tiene la suerte de contar con un eje vertebrador, la figura y la obra de Picasso.
Es claro que no estamos pensando en una “ciudad Picasso” a la manera de un Salzburgo donde las baratijas, los chocolates, los licores y tantas otras cosas más llevan el nombre Mozart (lo que cito como ejemplo cuasi jocoso, compréndaseme). Lo que queremos decir es que, desde lo que somos más auténticamente, ensayemos y propongamos una perspectiva de visión. Nuestra mirada hacia las obras del siglo XIX que se mostrarán en el Museo de Málaga en la Aduana, las que ya se exhiben en el Museo Thyssen o en el de San Petersburgo / Málaga, se enriquecerá si aprendemos a verlas como los precedentes necesarios de Picasso. Analizando esas obras estaremos en condiciones de aprehender, en su contexto histórico y conceptual, hasta qué punto fue radical e innovadora la aventura plástica de nuestro paisano.
Sendas visitas, giradas con toda intención, a la Casa Natal y al Museo Picasso, nos prepararán para asistir, ya con mucho más fundamento, a la contemplación de las obras que se exhiben en el Pompidou / Málaga, en el Cac/Málaga o en el recién inaugurado Museo de Arte de la Diputación, en Antequera.
Nuestra Real Academia, que fundó la primera Escuela de Bellas Artes de la Ciudad y que fue origen del primer Museo, en principio Municipal y luego Provincial, tiene el firme convencimiento de que ese Plan Estratégico de la Cultura debe ser liderado por ella; por razones históricas y científicas, además de por estricta justicia. La Academia debe y quiere estar muy presente en este momento de la sociedad malagueña y pide a todas las Administraciones que, desde la más plena lealtad institucional y porque han sido capaces de crear las potentes infraestructuras culturales a que nos venimos refiriendo y tantas otras más, sean también capaces de concluir esta labor complementaria pero absolutamente precisa, que dotará de un más claro y pleno sentido a todo lo realizado.
No debemos olvidar tampoco al arte que hacen nuestros artistas más cercanos y respecto del que, entendemos, debe acrecentarse la política de compras y exposiciones, tanto a nivel provincial como local; haciéndolo convivir con lo que ahora, en los distintos museos y centros de arte, se expone.

Málaga, ciudad educativa y educadora: Hace ya unas décadas – para principios generales ese es un tiempo corto – a instancias de la UNESCO, y por una Comisión Internacional dirigida por el que había sido Primer Ministro francés y, más tarde, Ministro de Educación, Edgar Faure, se redactó un largo informe al que se tituló: “Aprender a ser. La educación del futuro”. De ese informe quisiera destacar un esclarecedor párrafo que dice así:
Las colectividades locales, lo mismo que la Comunidad nacional, son también instituciones eminentemente educativas. (…/…) Y en efecto, la ciudad, sobre todo cuando sabe mantenerse a escala humana, contiene, con sus centros de producción, sus estructuras sociales y administrativas y sus redes culturales, un inmenso potencial educativo, no solo por la intensidad de los intercambios de conocimientos que allí se realizan sino por la escuela de civismo y de solidaridad que ello constituye.”

Y hasta aquí la cita. Quiero significar con ella que, así como es evidente que la apuesta de Málaga por la cultura constituye una potente variable económica, al tiempo debe convertirse en el mayor y más fuerte elemento de cohesión social y educativa de la compleja sociedad malagueña y de cuantos nos visitan que, al año y como hemos visto, multiplica por cuatro a los habitantes de la provincia.
Hemos de convertir esa infraestructura cultural que ofrecemos, en cultura vivida, en alegría por conocerla y transmitirla. Tenemos que crear los caminos para que ello ocurra, explorar los altos lugares del espíritu a que todo eso nos puede conducir y enseñarlo a quienes no tuvieron la oportunidad de su estudio o de su mero conocimiento. Ahora, Málaga entera, ciudad y provincia, puede convertirse en un lugar donde la cultura habite y con la convivamos de modo natural. La cultura -y hablo en términos de realidad material y no de metafísica- debe constituirse en el territorio común de malagueños y visitantes.
Permítanme un recuerdo. Hace algunos años visitaba en la Universidad de Stanford, California, el recogido pero magnífico museo que la institución tiene y digo magnífico porque posee el conjunto completo de la monumental obra “Los burgueses de Calais” o uno de los pocos ejemplares que en el mundo existen de “El pensador”, ambos, como es sabido, de Rodin. Sin olvidar Picassos, Mirós, Braque, Matisse, Stella, Claes Oldenburg, Diebenkorn, y tantos otros. El personal que atendía al museo, desde la venta de entradas hasta el de información, visitas guiadas y vigilancia de salas, era todo de edad avanzada y de ambos sexos; supimos luego que eran antiguos alumnos de la Universidad. Unos habían sido capitanes de empresas importantísimas, otros muy significados profesionales o profesores de la propia Universidad. El informe de la UNESCO nos decía que la ciudad educativa devenía en “escuela de civismo y solidaridad”, ¿no constituye un estupendo ejemplo de eso lo que acabo de contarles?
Y por eso afirmo que debemos fomentar ese espíritu y que la Universidad, las Asociaciones y organizaciones culturales de toda índole y nuestra propia Academia deben adoptar una posición activa en el estudio y la enseñanza de esta nueva realidad con la que contamos. Pero sin limitar esa actitud tan sólo a los museos de nueva creación y las obras que en ellos se exponen, sino extendiéndola hacia la arquitectura, hacia la indagación más rigurosa en nuestro pasado, hacia la literatura o nuestros mejores monumentos, hacia las Bellas Artes en general. Si hemos apostado por la cultura, tenemos la obligación de crear, entre todos, las condiciones para que ésta sea una sociedad culta.
No será un camino equivocado, porque el del Arte, el de la cultura, es un sendero de hondura y autenticidad; aunque, como ha dicho el filósofo alemán H.G. Gadamer “la experiencia artística exprese (a) una verdad que no puede ser verificada con los medios de que dispone la metodología científica”. Y es que la capacidad esencial del arte consiste en poder representar en toda su significación la realidad de la experiencia; razón por la que los Episodios Nacionales de Galdós o “Los fusilamientos del 3 de mayo” de Francisco de Goya, pongamos por caso, son capaces de transmitirnos un conocimiento y una verdad tan profundos como la que podamos encontrar en el más sesudo y documentado análisis histórico o crítico. Y quizá ello sea posible porque, y con estas palabras de Gadamer concluyo, “el arte es, ante todo, una experiencia de la verdad y del ser. El arte no es partícipe de un grado menor de realidad, sino todo lo contrario; en el arte el ser se incrementa”.

He dicho